Una manera íntima de conmemorar a nuestros seres queridos.
Innerstela,
exaltando la experiencia humana
Innerstela le da un nuevo significado al recuerdo de tus seres queridos.
Con solo una pequeña muestra de sus cenizas, creamos una fotografía, una imagen tan única como cada persona. Como una huella digital, sus cenizas se transforman en representaciones auténticas del cosmos, enmarcando su legado en el universo.
Nuestra misión es ofrecer a las familias que han perdido a un ser querido una manera hermosa y sutil de conmemorarlos y rendirles tributo, brindando consuelo y resignificando la pérdida, creando un puente emocional que reconecta corazones durante el proceso de duelo.
Te invitamos a ver la pérdida de una manera diferente, a través de la belleza y la contemplación de imágenes creadas a partir de las cenizas de tus seres queridos.
Deseamos que tengas una experiencia profunda y llena de amor.
¡Anímate a vivir algo maravilloso!
Testimonios
Dolores Rodriguez (Madre de Ernesto Adrian Garcia)
México.
La experiencia de estar presente y observar las cenizas de mi hijo:
Ernesto Adrian, conocido como Netito.
...fue algo increíble... fue como si me transportaran a otra dimensión.
Observar esos colores en forma de galaxia, del universo.
Como estar dentro de una estrella o un cometa.
Trato de explicar lo que sentí al ver la imagen, su magnitud y claridad.
Saber que esa foto es de mi ser querido.
Me sentí cerca de él y casi escuché su suspiro de magia y melodía.
Estoy muy agradecida por esta oportunidad tan majestuosa,
Muchas, muchas gracias, Gabriela.
Testimonios
Celiana Cárdenas (Hija de Clemencia Pallares)
México.
Me llamo Celiana Cárdenas Pallares y soy la hija mayor de Clemencia Pallares Ortiz, más conocida como Clemen. Cuando Gabriela me contó sobre su proyecto, me interesó muchísimo y me intrigó mucho, y se lo hice saber.
¿Cómo era posible que después de morir, de dejar de existir en este plano, ella pudiera encontrar ese infinito? Mi madre murió después de 5 años de sufrir Demencia Vascular que progresó a Alzheimer.
Al final de su vida, ya no hablaba y su mente no me reconocía, pero su corazón siempre lo hizo. Me sonreía, me besaba la cara y me acariciaba con mucho amor. Sus caricias eran como pinceladas que hacía con el dorso de la mano, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba. Con mucha atención y concentración. Yo pensaba que con cada pincelada mi cara aparecía, pues su sonrisa se volvía más sincera, más amplia.
Al ir perdiendo la personalidad de mi mamá, también sentí que de alguna manera se iba perdiendo poco a poco su esencia.
La mañana en que murió, se fue estando mi hermana Gabriela y yo a su lado. Murió en mi casa.
Al ver su cuerpo ya sin esos 21 gramos de alma, entendí que ese cuerpo inerte que yacía frente a mí ya no le pertenecía a mi mamá, pues lo que la definía ya se había ido. Si pudiera explicar lo que sentí al ver la imagen que Gabriela le tomó a sus cenizas, lo describiría como el regreso de la esencia de mi mamá, eso que sentí perdido esa mañana cuando murió. Sentí que su infinito amor era eso infinito, seguía presente y que siempre estará presente.
Que mi mortalidad solo es una transformación y un desaparecer.
Soy parte del origen, y por lo tanto soy eterna.
Mi madre era pintora.
Yo soy directora de fotografía, las imágenes fueron y son nuestro lenguaje.
Mi mamá solo habría manifestado su inmortalidad de una manera… con una imagen.
Gracias, Gabriela, por enseñarme a ver a mi mamá en las estrellas.